"Han pasado 27 años desde que Gurutze Iantzi murió cuando se encontraba bajo custodia de la Guardia Civil, pero aún seguimos reivindicando verdad y reconocimiento para las víctimas de la tortura"

En Urnieta hemos reivindicado que hay que investigar las muertes en comisaría; desmontar las versiones oficiales utilizadas para ocultar las vulneraciones de derechos provocadas por la policía; y que son necesarios más estudios para visibilizar la dimensión que ha tenido la tortura en Euskal Herria.

En nombre de la Fundación Egia Zor ha tomado la palabra Leire Gallastegi. Su intervención ha sido la siguiente:

En el contexto del conflicto de Euskal Herria han muerto muchas personas como consecuencia de la confrontación armada que hemos vivido en el último medio siglo, demasiadas personas. En lo ancho de nuestra geografía han convivido violencias de diversa índole que han generado mucho dolor y sufrimiento.

Afortunadamente, algunas víctimas de la violencia han recibido el reconocimiento que les correspondía. Los afectados por la violencia ejercida por el Estado, sin embargo, no. Desde las instituciones de Euskal Herria se han dado pasos en esta dirección, pero todavía queda mucho camino por recorrer para que sea reconocido todo el sufrimiento causado por la violencia del Estado; para que se dé a conocer toda la verdad sobre cada muerte y asesinato.

Hablamos de víctimas de la violencia policial; personas que han muerto debido a la política penitenciaria de excepción; de muertos en controles de carretera; de muertos en ataques de la extrema derecha y de la guerra sucia; de víctimas de tortura y/o la dispersión. Sin olvidar las muertes que mantienen todavía ocultas las dudosas versiones oficiales.

Gurutze Iantzi fue detenida el 21 de septiembre de 1993 sin orden judicial alguna. Fue trasladada a la Comandancia de Tres Cantos de Madrid y al día siguiente la familia recibió la noticia de su fallecimiento por telegrama

Según la versión oficial, murió de un ataque al corazón de forma natural. Pero las denuncias de torturas de los que la acompañaban en aquel momento, y el informe elaboborado por el médico forense de la familia ofrecieron muchos indicios en contra de esta versión oficial. Por eso podemos decir claramente que Gurutze murió a consecuencia de las torturas sufridas.

Hoy se cumplen 27 años de la muerte de Gurutze. En este día tan señalado, desde este rincón de Urnieta, queremos recordar a Kontxi Igerategi y Julen Irastorza, madre y marido de Gurutze, que por desgracia perdieron la vida sin haber visto cómo se esclarecía esta oscura muerte. Desde este escenario queremos enviar a sus familiares y amigos nuestro más cálido abrazo.

El camino que nos queda por recorrer sigue siendo largo para llegar al escenario en el que todas las víctimas son dueñas de los derechos que les corresponden: reivindicamos la verdad, el reconocimiento, la justicia, la reparación y las garantías de que nada de lo vivido se va a repetir.

Gurutze fue trasladada con vida de su domicilio sin orden judicial y tras permanecer 30 horas a disposición de la Guardia Civil, fue devuelta sin vida. Venimos a pedir responsabilidades y verdad, ademas de a exigir los derechos que corresponden a los familiares de Gurutze.

Por ello, hoy hacemos un llamamiento a las instituciones de Euskal Herria para que den continuidad más pronto que tarde a los procesos de investigación sobre las consecuencias de la tortura en Euskal Herria. Esta grave vulneración de derechos debe ser analizada en su totalidad. Y hay que reconocer oficialmente a las víctimas de la tortura, aprovechando los mecanismos legales puestos en marcha para ello y poniendo en marcha los nuevos necesarios.

Es imprescindible poner en marcha investigaciones que pongan luz sobre los casos de muerte por torturas.

Es necesario que se investiguen las conexiones políticas, policiales, médico-forenses, judiciales y mediáticas en la construcción y mantenimiento de una estructura criminal que hizo de la tortura una herramienta legítima.

Hay tareas pendientes a este respecto, la hipocresía política en este tema resquebraja y reduce a la nada todos los discursos con los que se llenan la boca quienes apelan a la democracia, al suelo ético, a la revisión crítica del pasado o a los derechos de las víctimas.

Las condenas hacia la práctica de la tortura quedan vacias de contenido cuando representantes políticos e institucionales buscan excusas con las que diluir la necesidad de poner luz sobre las responsabilidades políticas derivadas de la decisión de violar derechos humanos desde los poderes públicos. Porque para que sea creíble ese rechazo a la violencia, a toda violencia, debería utilizarse el mismo rasero para todas ellas.

Por ello apelamos hoy, una vez más, a la necesidad de continuar investigando y esclareciendo casos, a la necesidad de esclarecer las responsabilidades políticas que hubo. Por que sacar a la luz la verdad es cuestión de justicia.

La falta de voluntad política para afrontar estas cuestiones no es más que la constatación de una pobre cultura democrática. Para que el pasado no siga condicionando la credibilidad democrática del Estado español y de Euskal Herria, son imprescindibles la verdad, el reconocimiento, la reparación y la justicia.

Han pasado 27 largos años. Ya es hora de conocer la verdad, y de que cada uno asuma sus responsabilidades.