“Es absolutamente inaceptable que todavía nadie haya reconocido el daño que nos causaron”

Hemos recordado a las cientos de personas asesinadas por la violencia que el Estado ha ejercido contra Euskal Herria en las ofrendas florales celebradas en Ametzola y Errekalde, en el aniversario de los asesinatos de Santi Brouard y Josu Muguruza.

Ane Muguruza ha tomado la palabra en el acto de Errekalde en nombre de la Fundación Egiari Zor:

Tal día como hoy, un 20 de noviembre de 1984, el terrorismo de Estado, nos arrebató a Santi. Cinco años después en 1989, una bala distinta, pero de idéntica procedencia, segó la vida de Josu. Desgraciadamente Santi y Josu no fueron ni los primeros ni los últimos asesinados por la violencia que el Estado español ha ejercido en esta tierra. Por ello hoy queremos dedicar este homenaje a las víctimas de la violencia del Estado, a todas aquellas que continúan peleando por que se reconozca la verdad, a las que no ocupan ni un mínimo espacio en los medios, a las que no se señala en las efemérides, a las que tienen un nombre prohibido, o una historia que no está permitida contar.

Siempre ha existido una estrategia desde el poder político para imponer el relato oficial: la teoría de los bandos enfrentados en alusión a la guerra civil, que desdibuja un golpe de estado militar contra un gobierno legítimo en el que, unos se alzaron en armas y otras defendían la democracia. La dictadura militar, aquel "plácido" periodo que mantuvo durante 40 años bajo el yugo del terror a todo un pueblo. La modélica transición, aquel pacto con el régimen que sirvió para perpetuar al franquismo en todos los poderes del Estado.

El presente no podía ser menos. Es evidente la necesidad en algunos sectores de articular e imponer un discurso que legitime y engrase debidamente la maquinaria de la política oficial sobre la verdad y la violencia. Ese relato que esta llamado a legitimar no solo el régimen del 78, ese que sepultó la oportunidad de alcanzar una verdadera ruptura democrática, sino también los crímenes de Estado cometidos durante todo el contexto de confrontación armada.

Bajo esa necesidad de imponer el relato único subyacen las carencias democráticas del propio Estado. No es de extrañar, por tanto, que las víctimas de su violencia no tengamos espacio en ese relato oficial.

Se habla mucho del relato de la violencia, pero no se reflexiona sobre la violencia de un relato que cercena la historia y la memoria colectiva pasando por encima del largo reguero de sufrimiento que generaron. Violencia de un relato que ha construido delitos para acallar a quienes tenemos otras visiones sobre lo ocurrido.

Sabemos que, explotar el aspecto emocional es una forma eficaz de influir en el análisis racional y del sentido crítico de los individuos. Y precisamente a través de la utilización del dolor, algunos construyen exigencias éticas que transcienden lo humano para intentar condicionar lo político. Todo un despliegue de medios al unísono para emitir juicio y crear opinión sobre los orígenes de la violencia. Esto nada tiene que ver con lo ético, sino con lo ideológico. Tiene que ver con la legitimación del carácter violento del Estado, con el intento de imposición de un relato de parte que niega la existencia de un conflicto político no resuelto y también con el intento de deslegitimar un proyecto político concreto. Proyecto por el que, entre otros, fueron también asesinados Santi y Josu.

Se habla de la necesidad de educar en valores éticos y en el respeto a los derechos humanos, de trabajar la empatía con las víctimas… Estamos de acuerdo. Precisamente esa empatía a la que apelan ciertos sectores políticos e institucionales es la que no recibimos por su parte las víctimas de la violencia de Estado. En cuestiones como la humillación a las víctimas por ejemplo, existe la gran hipocresía de callar ante las que nosotras sufrimos:

  • cuando se niega nuestra victimación;
  • cuando se justifican los asesinatos de nuestros familiares;
  • cuando el nivel de justicia aplicada es absolutamente desigual en relación a los victimarios;
  • cuando se ensalza, asciende y condecora por los servicios prestados a quienes violaron nuestros derechos humanos;
  • cuando se niega el acceso a la información sobre cientos de crímenes apelando a ley de secretos oficiales;
  • cuando se vetan comisiones de investigación que pueden ayudar a establecer la verdad sobre los crímenes cometidos contra nosotras;
  • etc.

Todo esto nos produce humillación, doble victimizacion y desprecio absoluto por los derechos humanos vulnerados. Pero también resulta humillante que haya quien desde su cargos públicos haga abstracción absoluta del origen de la violencia que nos golpeó a miles de ciudadanos en este pueblo, que hagan abstracción de las miles de vulneraciones de derechos humanos que fueron cometidas bajo los gobiernos de sus partidos.

Tengo que decir, desde mi condición, que es doloroso e incomprensible que haya quien siendo miembro del mismo partido al que pertenecían cargos públicos condenados por su relación con la guerra sucia, diga públicamente que "las víctimas de los GAL no necesitan una comisión de investigación que esclarezca el papel de Felipe González en la guerra sucia". Es doloroso e incomprensible, cuando estamos hablando del partido que puso en marcha el Plan Zen y bajo cuyos gobiernos se perpetuaron las inercias franquistas en las actuaciones de las Fuerzas de Seguridad, como la tortura; casos de presuntas ejecuciones arbitrarias sobre las que aun falta investigar; desapariciones cubiertas con cal viva y versiones oficiales como la dada en torno a la muerte de Mikel Zabalza, etc.

Es absolutamente inaceptable, desde cualquier punto de vista, que a día de hoy no se haya reconocido aun el daño que nos causaron, que las responsabilidades políticas de todos estos crímenes no hayan sido asumidas. Sin duda, tareas que a algunos les falta por hacer y que nosotras seguimos esperando que hagan.

Como seguimos esperando, que cesen las expresiones violentas que aún persisten, que siguen generando muerte y sufrimiento. Desde aquí queremos enviar un fuerte abrazo a familiares y amigas de Igor González y Asier Aginako, y a todas las personas que cada fin de semana se ven obligadas a recorrer cientos de km para visitar a sus familiares en prisión…

No podemos permitirnos como sociedad que todavía a día de hoy decisiones políticas sigan cobrándose vidas. Deberíamos reflexionar sobre el desequilibrio que existe en lo que respecta a la justicia aplicada a las distintas violencias ejercidas. De haber existido el mismo nivel de Justicia, quizá hoy estaríamos en otro escenario en torno a esta cuestión.

Seguimos reivindicando aun el reconocimiento oficial para todas las víctimas de la violencia del Estado. Seguimos reclamando que las instituciones de este país no excluyan nuestra visión de lo ocurrido, que se alce la voz con la misma nitidez ante los agravios y humillaciones que también hemos sufrido. Que se analicen cuáles son nuestras demandas comunes y particulares, y que se asuma por parte de todas y todos que quedan tareas pendientes por hacer para superar la hipocresía que empapa y embarra el camino para la construcción de la convivencia democrática.

Convivencia que también tiene que ver con una memoria inclusiva en la que el conjunto de la sociedad ha de sentirse integrada. La memoria como ejercicio necesario para el desarrollo de una convivencia democrática, en una sociedad plural, de ningún modo puede "ajustarse" a unas reglas o normas que silencian la realidad vivida por una parte de ella. La memoria no es patrimonio exclusivo de nadie, la memoria es de todas. Por ello, no puede ser un instrumento al servicio de ningún otro interés que no sea generar espacios compartidos alrededor de un eje fundamental: blindarnos ante la repetición de todo lo sufrido tras décadas de violencia.

La convivencia democrática pasa por la necesidad de superar las consecuencias del conflicto, pero además es imprescindible abordar y solucionar las razones que lo generaron. Un año más, manifestamos nuestro total compromiso para continuar recorriendo esa senda. Dado que las causas y consecuencias del conflicto son políticas, trabajaremos para lograr una solución que permita un acuerdo político y democrático, como otras y otros hicieron antes que nosotras, con total determinación.

Una solución que posibilite el reconocimiento y ejercicio de todos los derechos de todas las personas en este pueblo.

Gora Santi!

Gora Josu!